Historia del marketing de contenidos
La historia del marketing de contenidos no parece comenzar con las guías Michelin ni con las recetas de productos a finales del siglo XIX. Si hacemos una revisión entusiasta y serena del comportamiento humano podremos notar que las marcas son algo así como las herederas de los símbolos y figuras arquetípicas. Y el éxito de estos arquetipos ha residido en la estructura de ideas y relatos que han acompañado a estos símbolos.
Lo nuevo no lo es tanto
Los hombres de hoy sentimos que el mundo está girando más rápido de lo que nuestra atención puede descifrar. Cada minuto surgen miles de aplicaciones y sitios webs que informan, venden y entretienen. Es probable que de la mayoría no sabremos nada nunca.
Cada día hay nuevos emprendimientos y marcas que impactan nuestra vida diaria, así como individuos que se vuelven personajes notorios en un chasquear de dedos y con idéntica celeridad regresan al anonimato.
Muchísimos emprendimientos quedan ocultos y ni nos enteramos de su influencia real hasta pasado mucho tiempo.
Toda esta dinámica mundial, el saber lo que se está encumbrando y lo que está saliendo de plano, lo resumimos aquí en dos palabras. Dos palabras que resumen la frase que da nombre a esta página: Diseño y Contenido.
Diseño
Por diseño podemos entender el aspecto visual de las ideas, sueños y aspiraciones que pretenden transformarse en productos o servicios concretos. Pero diseño también tiene implícito otros conceptos semánticos escondidos, como el de planificar, esbozar, delinear un proyecto, así esté en nuestra cabeza. Ese “dibujo” inicial que nunca trazamos sobre un papel, pero que detona toda una serie de ideas que desarrollaremos como contenidos.
Contenido
“El contenido es el rey de internet”. Esta es una frase que se ha transformado en tópico en nuestro día a día online, pero que no nos aporta mucho acerca de su definición. Toda herramienta o recurso que intenta explicar algo es contenido.
Es una palabra muy en boga en el mundo del marketing digital. Lo cierto es que no es nada nuevo.
El contenido siempre ha sido el rey del consumo informativo
La historia del marketing de contenidos comienza desde el mismo momento en que el hombre quiso responder las primeras preguntas que le inquietaron. Y, especialmente, cuando quiso convencer a otros de actuar a su favor (sí, lo mismo que buscan los hombres, marcas y servicios en nuestros días).
Si quedan dudas, revisemos la historia y veremos lo fácil que es encontrar muestras en cualquier rincón terrestre. Desde jeroglíficos, petroglifos, códices, mapas, oraciones, libros sapienciales, narraciones de tradición oral. También en pinturas rupestres, huellas, voces, cantos y sueños que nos llegan desde el pasado pero que sentimos poderosamente vigentes.
La era digital comenzó hace 150 mil años
Los primeros jpeg los encontramos en la cueva de Altamira. Hay decenas de gif en cavernas como Lascaux, en muros patagónicos ancestrales. El modelo 3D iniciático está patente en la venus de willendorf. Hay maravillosos posteos con imágenes de cabecera en murallas antiguas de egipto y mesopotamia. Los ebooks siempre han tenido éxito, llámense Shuruppak o Gilgamesh.
En fin, que lo que llamamos cibermodernidad es apenas una mínima extensión de lo que ya hemos sido: Unos animalitos creativos e inquietos con una peculiar atracción hacia la imaginación y las posibilidades de interacción que esta estimula.
Animalitos con Inteligencia Artificial
Dice Yuval Noah Harari en De Animales a Dioses:
“¿Cómo consiguió Homo sapiens cruzar este umbral crítico, y acabar fundando ciudades que contenían decenas de miles de habitantes e imperios que gobernaban a cientos de millones de personas? El secreto fue seguramente la aparición de la ficción. Un gran número de extraños pueden cooperar con éxito si creen en mitos comunes.”*
Hoy en día sabemos que no solo se fundan ciudades en torno a ficciones, también relaciones de poder, de amor, marcas comerciales y emporios financieros. Y muchos se soportan, qué duda cabe, mediante interacciones iniciadas y mantenidas a través de contenidos que adhieren y animan intereses y propósitos comunes. Desde unos pocos en una pequeña comunidad hasta millones en el mundo entero. ¿Todo el contenido que nos cautiva es ficción? Por supuesto que no, pero los escenarios virtuales, que son cada vez más los escenarios de nuestra realidad, tienden a confundir estas nociones. La ficción es más real que nunca y la realidad… sí, casi no la creemos. Realidad virtual, realidad aumentada, a pesar de que apenas siguen estando en etapa de conceptos, ya son medios a través de los cuales se transmiten contenidos y expectativas.
Atención a los cambios
Es por esto que quienes analizan eficientemente el entorno, comprendiendo las búsquedas e intereses actuales de las personas, son quienes suelen estar a la vanguardia en la creación de herramientas, artefactos, textos, espacios, dibujos y estrategias que cultivan mayores audiencias. Vemos ejemplos de esto en nuestra frenética cotidianidad. Cantantes como Justin Bieber o Selena Gómez, políticos influyentes en redes como Donald Trump o Barack Obama, deportistas como Neymar o Lebron James, marcas como Starbucks o Coca-Cola, pero también en influencers que han dominado esta ola indetenible del contenido en internet, como PewDiePie o HolaSoyGermán. Viven en la cumbre de la visibilidad gracias a sus contenidos potentes que han creado millonarias audiencias, fieles y cada día más numerosas.
La Historia del Marketing de Contenidos apenas comienza…
El objetivo de los influenciadores es ganar mayor número de seguidores cada vez, no solo por los evidentes beneficios comerciales que una gran audiencia reporta, sino porque esto es garantía de masificación de sus mensajes, de sus visiones de mundo, de su legado.
Y esto no es nada nuevo. Es lo que han pretendido, a través de la historia del marketing de contenidos, reyes, faraones, emires: La creación de culturas y audiencias. La diferencia es que en estos tiempos el testigo lo puede tener cualquiera que sepa crear y dirigir sus contenidos adecuadamente, el poder de influencia ya no requiere de herencias nobles ni de invasiones militares.
* El umbral al que se refiere el escritor es este: “La investigación sociológica ha demostrado que el máximo tamaño «natural» de un grupo unido por el chismorreo es de unos 150 individuos. La mayoría de las personas no pueden conocer íntimamente a más de 150 seres humanos, ni chismorrear efectivamente con ellos.
En la actualidad, un umbral crítico en las organizaciones humanas se encuentra en algún punto alrededor de este número mágico. Por debajo de dicho umbral, comunidades, negocios, redes sociales y unidades militares pueden mantenerse basándose principalmente en el conocimiento íntimo y en la actividad de los chismosos. No hay necesidad de rangos formales, títulos ni libros de leyes para mantener el orden. Un pelotón de 30 soldados, e incluso una compañía de 100 soldados, pueden funcionar bien sobre la base de unas relaciones íntimas, con un mínimo de disciplina formal. Un sargento muy respetado puede convertirse en el «rey de la compañía» y ejercer su autoridad incluso sobre los oficiales de grado. Un pequeño negocio familiar puede subsistir y medrar sin una junta directiva, un director ejecutivo o un departamento de contabilidad.
Pero una vez que se cruza el umbral de los 150 individuos, las cosas ya no pueden funcionar de esta manera. No se puede hacer funcionar una división con miles de soldados de la misma manera que un pelotón.
Los negocios familiares de éxito suelen entrar en crisis cuando crecen y emplean a más personal. Si no se pueden reinventar, van a la quiebra.”
De Animales a Dioses, Debate, págs. 40 – 41
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